“Un nuevo contrato moral es la construcción de la paz y de la nueva prosperidad en la Argentina y América Latina” - Elisa -

domingo, 30 de enero de 2011

Mahatma Gandhi

Mohandas Karamchand Gandhi

El 30 de enero de 1948, mientras se dirigía a la oración de la tarde, Gandhi fue asesinado por los disparos de un extremista hindú llamado Vinayuk Nathuram Godse.

Oración:

Mi Señor

Ayúdame a decir verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.

Si me das fortuna, no me quites la razón.

Si me das éxitos, no me quites la humildad.

Si me das humildad, no me quites la dignidad

Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla, no me dejes inculpar de traición a los demás por no pensar igual que yo.

Enséñame a querer a la gente como a mi mismo y a no juzgarme como a los demás.

No me dejes caer en el orgullo si triunfo, ni en la desesperación si fracaso.

Más bien recuérdame que el fracaso es la experiencia que precede al triunfo.

Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza.

Si me quitas el éxito, déjame fuerzas para aprender del fracaso.

Si yo ofendiera a la gente, dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar.

¡Señor…si yo me olvido de ti, nunca te olvides de mí!.

sábado, 8 de enero de 2011

“Hay que recuperar la cultura del trabajo”


02-01-2011, | Nacionales |PUNTOS DE VISTA

“Hay que recuperar la cultura del trabajo”

El líder social y diputado nacional Héctor “Toty” Flores sostiene que es necesario revertir las consecuencias desastrosas de la cultura asistencialista aplicada de manera clientelar.

Por Paula Bistagnino

Entrerriano de nacimiento, llegó a Buenos Aires a los 17 años seducido por lo que sus hermanos mayores contaban de la gran ciudad: “Decían que acá tenían televisión y casas con pisos de mosaico, trabajo estable y aguinaldo… Cosas que yo en San José de Feliciano no tenía y que nunca había visto siquiera. Lo que no decían era que acá vivían en una villa”, cuenta el diputado nacional por la Coalición Cívica (CC), Héctor “Toty” Flores. Con la escuela primaria por todo estudio y la experiencia de haber vendido diarios desde los 9 años, consiguió empleo en la industria metalúrgica. Trabajó 20 años y llegó a ser oficial tornero. Hasta que en 1993 se quedó sin trabajo. Entonces empezó, sin saberlo, una carrera política. Fue uno de los fundadores del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de La Matanza, en 1995, y dos años después su nombre ingresó en la escena política nacional cuando se negó a recibir los Plan Trabajar con los que el gobierno de Carlos Menem intentó paliar el desempleo y detener la protesta social. “No queremos que nos paguen por no trabajar”, era la consigna. En cambio, Flores se dedicó a hacer trabajo de base en La Juanita, su barrio, y formó una cooperativa laboral, educativa y social que no sólo ha cambiado la historia de los habitantes de Gregorio de Laferrere si no que se ha convertido en modelo alrededor del mundo. Premio Konex 2008 a los Dirigentes Comunitarios, en su trayectoria se cuenta, además de gran cantidad de distinciones a nivel local e internacional, una participación institucional activa. Pasados los años y hoy desde la Cámara de Diputados, “Toty” sigue luchando contra las políticas públicas asistencialistas del Estado que, dice, han “destruido la cultura del trabajo para instalar la de la supervivencia”.


-¿Cómo es esto?
-Hoy llevamos más de diez años de un Estado que, más allá del signo político del Gobierno, ha sostenido como política principal hacia los sectores más vulnerables y pobres la entrega de planes asistenciales de manera clientelar. Los planes existieron siempre, pero desde que en 1997 Menem los masificó, todos los sostuvieron: el gobierno radical de Fernando de La Rúa, el peronismo de (Eduardo) Duhalde y el del kirchnerismo, que creó buenas políticas asistenciales pero sostuvo el manejo clientelar. Y esto modificó, en realidad desterró, la cultura del trabajo que teníamos los argentinos. Porque son varias generaciones de jóvenes que se criaron y crecieron con esto. La posibilidad de sobrevivir con un plan es lo único que conocen. No es que quieran eso. ¿Pero cómo alguien va a aspirar a algo que nunca tuvo? Yo no tengo dudas de que si se les diera la oportunidad de aspirar a un trabajo digno, querrían eso.


-¿Esto fue lo que lo convenció de la necesidad de pasar de la acción social a la política? ¿O era algo que con lo que siempre soñó?
-No, jamás me lo imaginaba. Además, nunca creí que podía ni que estaba preparado, porque aunque soy muy lector y he tenido una autoformación, apenas he terminado la escuela primaria. Y lo primero que tengo que decir es que esto no es bueno. Es mucho mejor estudiar y estar preparado. Pero una cosa llevó a la otra y se fue dando. Llegó un momento en el que me di cuenta de que los emprendimientos productivos de la economía solidaria tienen un techo de desarrollo y que es muy difícil ya sostener la cooperativa con esta idea nuestra de que los excedentes sean suficientes para poder desarrollar proyectos educativos. Eso, sumado al hecho de que los planes asistenciales habían hecho mella en la cabeza de los compañeros, nos dio la convicción de que la única manera de revertir esto era modificando las políticas de Estado que lo habían creado y eso sólo se hace desde adentro de la política.


-¿Por qué se decidió a hacerlo de la mano de Elisa Carrió?
-Se fue dando. Nosotros, en La Juanita, siempre invitamos a políticos y personalidades para que conozcan nuestra cooperativa. Y han venido desde (Mauricio) Macri hasta (Patricia) Bullrich y todos. Así llegó una vez Lilita Carrió, quien vino a hablar con las madres del jardín sobre el tema de la droga. Yo me quedé impactado por su presencia, por el conocimiento del tema y por su manera sincera, para nada demagógica, de relacionarse con la gente. Ese día ella me contó que estaba en un proyecto político que era la Coalición Cívica, que buscaba reunir lo mejor de los movimientos sociales con lo mejor de la política, así que para hacerlo iba a renunciar a su banca y dejar la jefatura del ARI. Ella justo estaba con un juicio y dijo que no le importaba quedarse sin fueros, porque no le importaba si tenía que ir presa por decir la verdad. A mí me cautivó, pero claro, cuando se fue, los compañeros me bajaron de un hondazo, diciendo que yo era demasiado inocente y que me había embaucado. Entonces, cuando a los tres meses me enteré por los diarios que había renunciado, me ganó el corazón. Y a partir de ahí empezó una relación. Me convocó para construir la CC y no lo dudé. Nosotros estábamos buscando un espacio de construcción política que contemplara la cuestión de lo ético, junto con la justicia social, y ahí lo encontramos. Primero me integré desde un lugar de acompañamiento. Y después llegó este ofrecimiento para ser candidato a diputado.


-Usted dice que en 1993 en La Matanza ya se veían los estragos del modelo menemista. ¿Habría que ver entonces qué está pasando hoy en La Juanita?
-Sí, igual no hace falta ir a La Juanita. Porque ahora tenemos (Villa) Soldati y (Villa) Lugano. Pero antes de que esto explotara y pusiera de relieve el problema de la vivienda, uno ahora veía como estas dos realidades paralelas también. En ’95, la Argentina era el primer mundo, la gente comprando electrodomésticos y yéndose a Miami. No es que eso no existía. Era eso y, al mismo tiempo, miles y miles de personas que se quedaban sin trabajo todos los días. Era algo enloquecedor. En ese contexto, surgió el movimiento piquetero. Porque había que darle visibilidad a eso que ocurría, sobre todo cuando uno escuchaba que por todos lados que al país le iba bárbaro. Uno estaba sin trabajo y le decían: “Algo te debe haber pasado a vos para que estés sin trabajo”. Hasta Menem decía que los que no trabajaban eran vagos. Y nosotros lo único que queríamos era un trabajo digno. Tanto que rechazamos los Planes Trabajar.


-¿De dónde venía esa convicción para rechazar el dinero del Estado cuando les hacía realmente falta?
-El trabajo digno era nuestra primera convicción y de hecho nacimos como movimiento con ese reclamo. Dimos grandes batallas para seguir siendo Movimiento de Trabajadores Desocupados y no perder la T en el camino, quedando sólo como un movimiento de excluidos o marginales. Éramos trabajadores y luchamos por esa identidad. Porque el trabajo es lo primordial. No sólo como mercancía por la que uno recibe dinero. Si no como valor. Hasta para el trabajador manual, tornear un fierro que luego es una pieza de un automóvil, tiene un valor importantísimo. Pero además, el trabajo da libertad y dignidad. De todas maneras, cuando tomamos la decisión de no aceptar los planes, quedamos aislados. De todo el resto de los MTD y también dentro del grupo de La Matanza: de ser más de dos mil, quedamos 50. Todos los demás agarraron los planes. Ahí aparecen las grandes corrientes como la Federación Tierra y Vivienda (FTV), la Corriente Clasista y los movimientos de izquierda armando estructuras en desocupados. Pero ellos arman al revés de cómo nosotros surgimos: de abajo hacia arriba, a partir de las asambleas en los barrios y de la necesidad real. Ellos negocian planes con el Gobierno y a partir de ahí juntan la gente. Mientras tanto, nosotros armamos la cooperativa y así sobrevivimos. Incluso en 2001, que fue el año más difícil.


-Mencionaba al FTV de Luis D’Elía. A simple vista ustedes tienen objetivos similares, ¿qué lo diferencia?
-Lo primero son las prácticas. Porque podemos tener los mismos objetivos, pero yo tengo una idea de la participación democrática. Nosotros hemos acompañado algunas luchas y cortes de ellos, pero siempre dejando en claro nuestra autonomía en las decisiones. Yo jamás estaría con un líder que fuera autoritario, menos aún con los más vulnerables. Y él, en las tomas de tierra, decidía a quien le daba y a quien no. Es más, en la propia FTV sólo dejaba entrar a los afines. Eso a mi no me gusta. Además, él se instala como líder de la FTV con la idea de hacer carrera política. Desde el principio, fue concejal de un partido y de otro. Y esa forma de no tener claridad en hacia dónde te lleva la vida, no va conmigo. Reconozco su contribución a la organización social y a solucionar los problemas de la gente en un momento. Pero, la diferencia es que yo creo que no lo hace pensando en la gente, si no en él.


-¿Nunca intentó acercarse al gobierno kirchnerista para aportar su conocimiento en temas cooperativos y sociales?
-Sí. Si bien cuando asumió yo no tenía ninguna expectativa en él porque era un hombre puesto por Duhalde, me interesó escucharlo cuando empezó con el discurso de la defensa de la cultura del trabajo y cuando instrumentó los planes Manos a la obra. Pero después esos planes, igual que los demás, se implementaron de manera clientelar. Llevamos propuestas a través de Desarrollo Social, pero ellos lo único que nos ofrecían eran planes asistenciales para desocupados. Y además, todo era a cambio de un compromiso político. Así que no prosperó ninguna propuesta.
-¿Qué tipo de políticas asistencialistas le parecen buenas?
-Cualquiera que sea realmente universal y que permita a las personas en condiciones de pobreza transitar ese terrible camino sin perder su dignidad y autonomía. Ningún plan asistencial debe ser implementado por punteros políticos. Eso, además, va a hacer que las políticas se piensen con más racionalidad y sobre todo en el marco de una intervención mayor del Estado con una perspectiva de desarrollo que contemple la participación comunitaria y las cosas autogestionadas. Esos son los pilares de un proceso de reconstrucción de los lazos sociales y fundamentalmente de la esperanza de cambio. Esto es, por ejemplo, un plan de viviendas autogestionadas. O sea, que el vecino pague, como pueda, su casa. Pero que la pague con su trabajo. Así es como se convoca a los vecinos a hacer su casa y a pagarla. El pobre es convocado como ciudadano, como un sujeto de derecho. Es un cambio impresionante. Porque si no, se lo ve como pobre para toda la vida y los pobres no quieren ser pobres. Hay que cambiar esta categoría: la pobreza es un estado del que se puede salir con un trabajo digno, el acceso a la educación y a la salud. Esto es central para diseñar políticas sociales para la emancipación de los pobres y no para la conservación de los pobres.


-Y para la integración social. Este es un concepto central de La Juanita.
-Claro, porque apenas la cooperativa empezó a funcionar sentimos la necesidad de conectarnos con el mundo real porque, en primer lugar, no se puede hacer todo autogestivamente, y además, no queríamos ser una especie de gueto de Laferrere.

Entonces empezamos a transitar el camino de la integración social y a conectarnos con personas de todas las clases sociales y mundos. Esto no elimina los conflictos de intereses ni las contradicciones, pero nos da racionalidad y nos libera del odio, a unos y a otros. Transitar estos caminos es lo único que puede evitar y combatir la violencia de hoy. No es fácil, porque el prejuicio está de los dos lados. Del rico al pobre pero también del pobre al rico. Y la única vía de superación es el camino de la integración: eso no quiere decir que no van a haber sectores sociales diferenciados, si no que habrá entre ellos una convivencia integrada. Y es el Estado el que tiene que cumplir ese rol de integración generando políticas para que estos sectores se encuentren de una manera lógica y racional. Por ejemplo, en un conflicto obrero-patrón, que no va a dejar de existir, cuando el empresario pretende una ganancia desmedida manda a la indignidad a muchas familias y cuando el obrero quiere un salario desmedido de alguna manera está quebrando a la empresa. Ese equilibrio nace de una sociedad integrada. Desde esta visión La Juanita trabaja con personas como Martín Churba o Maru Botana desde hace años. Nosotros nos relacionamos con los chacareros pero también con el pool de siembra. Porque acordar con los que estás de acuerda no es una tarea difícil pero dialogar con los que piensan distinto sí lo es. A mi me interesa transitar ese camino.


-Hoy la economía solidaria resuelve muchas de las necesidades sociales que el Estado no resuelve. ¿Qué pasaría si todas estas economías solidarias desaparecieran o dejaran de funcionar?
-La economía solidaria fue un pilar de esta sociedad en la crisis. Fue lo que le permitió sobrevivir a miles de familias y lo que evitó que hubiera una guerra civil. No tengo ninguna idea de que si este sector de la economía no existiera, hoy deambularían por la calle 100 ó 200 mil personas buscando comida. Porque ya no hay posibilidad de contención en la familia. No hay colchón. Antes, un desempleado en la familia era un plato más y no modificaba la situación económica cotidiana. Ahora son tres desocupados en la casa y uno que tiene trabajo. O sea que ya no pueden absorber a nadie. Además, yo creo que esta economía solidaria es la del futuro. Se ha demostrado que el proceso de acumulación capitalista basado en el afán excesivo de ganancias terminó siendo un mal para la humanidad. Y la economía solidaria parte de otros parámetros porque la eficiencia no está dada por la mayor producción sino por la sustentabilidad tanto económica como ecológica y social. Y por lo tanto es la única que puede enfrentar a este modelo que fracasó. Tiene que crecer, incorporar tecnología y ganar productividad. Porque aún cuando crezca mucho, nunca va a ser lo mismo que el capitalismo salvaje, porque parte de valores distintos y muy necesarios, como la igualdad, la libertad y el comercio justo.

http://www.lmneuquen.com.ar/noticias/2011/1/2/94301.php

sábado, 1 de enero de 2011

Festejo de Navidad en Ciudad Oculta


Acompañamos como todos los años a nuestra compañera María Rosa, en el festejo por la Navidad junto a los niños de su vecindario. Con mucho dolor vemos que la situación de Ciudad Oculta no ha cambiado, todas las necesidades siguen latentes. Ponemos toda la esperanza y le pedimos cordura y lucidez a los gobernantes para generar políticas públicas que le resuelvan el problema a la gente. A pesar de las carencias los chicos ahí estan con el corazoncito puesto en la ilusión de vivir en un mundo mejor.