“Un nuevo contrato moral es la construcción de la paz y de la nueva prosperidad en la Argentina y América Latina” - Elisa -

viernes, 25 de marzo de 2011

Cuidarnos para no perecer.

Ponencia enviada al conversatorio sobre "Ética del Cuidado: Nuevo paradigma de la civilización". (San Pablo Brasil)

Toty Flores

viernes, 25 de marzo de 2011

Cuando con otros somos nosotros

Cuidarnos para no perecer

Fue a raíz de la invitación para participar del conversatorio que entré en contacto con el nuevo paradigma basado en la ética del cuidado. Al leer el texto base, escrito por Bernardo Toro y Leonardo Boff, me sentí profundamente identificado con muchas de las ideas que allí están planteadas ya que reflejan y le dan un marco teórico a lo que vivimos con mis compañeros de "La Juanita" en La Matanza, Republica Argentina.

"La Juanita" es el nombre de un barrio que queda en Gregorio de Laferrere, en La Matanza, el partido más populoso y también más postergado del Gran Buenos Aires. Ese fue el escenario donde muchos hombres y mujeres desocupados, movidos por el cuidado mutuo, logramos romper con el clientelismo y la pobreza como condición humana irreversible. Aprendimos día a día sin saber, los valores de la Ética del Cuidado. Levantamos la bandera de la educación y el trabajo como derechos liberadores. También entendimos que los hombres no son pobres sino que están pobres y eso nos alimentó de la esperanza porque vimos a la pobreza como un mal a vencer, y no una condición en la que se nace y se muere.

Todo empezó a mediados de la década del ´90 cuando, con la excusa de que las fábricas debían ser modernizadas para que el país continuara creciendo, muchos trabajadores fuimos corridos de nuestros puestos de trabajo. Fue entonces cuando con algunos compañeros fundamos el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD). Con piquetes en las rutas, y protestas cada vez más masivas tratamos de hacer oír nuestro reclamo al gobierno y a la sociedad en su conjunto. Nos organizamos para volvernos fuertes, para reclamar por nuestros derechos. Queríamos, en definitiva, sentirnos cuidados. Ante al abandono de un Estado y porque no decirlo, de la sociedad en su conjunto, decidimos cuidarnos mutuamente para sobrevivir.

La respuesta a esos reclamos vino en formato de plan social: una cuota que el gobierno estaba dispuesto a concedernos para hacernos callar y tapar así el primer signo de un modelo económico en decadencia. Y me detengo un minuto sobre este concepto, en esta respuesta del gobierno uno puede resaltar varios puntos. En su concepción esta política encierra una percepción del otro, en este caso un población desocupada, completamente subestimada. No hubo un proceso de diálogo, un percepción de esos otros protestando como ciudadanos tan dignos como cualquiera, es decir como yo. Esta solución estatal era un paquete para todos iguales y que no cuidaba, sólo encadenaba. La oferta del gobierno dividió al MTD entre los que aceptaron los planes sociales y los que, convencidos de que eso significaba regalar nuestra dignidad, buscamos un camino alternativo. Éramos la minoría, y aun así nos animamos. Convencidos de que solo la educación y el trabajo nos hacen libres, nos abrimos al camino de la autogestión para generar nuestras propias oportunidades.

En una escuela abandonada del barrio La Juanita fundamos el Centro para la Educación y Formación de la Cultura Comunitaria (CEFoCC). Corría el año 2001. Meses más tarde, estallaría en el país una de las más profundas crisis que nos tocó atravesar a los argentinos. En esa misma escuela pusimos en marcha la cooperativa de Provisión de Servicios Educacionales, Asistenciales, y comunitarios “Barrio La Juanita”. Unos palos de escoba, unos pocos kilos de harina, una bañera y un horno de barro nos sirvieron para nuestro primer proyecto productivo: la panadería. Más tarde abrimos una escuela de panaderos, la editorial MTD, el taller textil, el taller de serigrafía, el centro de reciclado de computadoras y nuestro mayor orgullo: el jardín de infantes CIEL (Crecer en Libertad).

Todos estos logros fueron posibles porque en el camino nos animamos a construir con personas de diferentes clases y sectores sociales. Gracias a la Fundación Poder Ciudadano, conocimos al prestigioso diseñador de modas Martín Churba con quien pusimos “el trabajo de moda”. Desde su negocio en Recoleta, el barrio más caro de Buenos Aires, Churba aportó los diseños para la estampa. En el taller de textil de La Juanita, nosotros estampamos los guardapolvos. Quinientos de los mismos fueron exportados a Japón; el resto, vendido en la feria de moda más prestigiosa de Buenos Aires. Si me preguntan si fue tan fácil como se lee, la respuesta es no. Fue un camino largo, de desandar prejuicios, de construir confianza, de cuidarnos mutuamente.

¿Que nos dio Martín? Una oportunidad, seguro. Pero más importante fue lo que nos dejó dar, no vió como otro capaz. Capaz de creatividad, de trabajo, de esfuerzo. Esas mujeres de La Juanita que su trabajo fue mostrado en una de las muestras del mundo de la moda más importante, volvieron a saber que ellas servían. Mejor aún nunca más nadie volvería a hacerles creer que no.

Más tarde llegó la alianza con Maru Botana, con la que preparamos un pan dulce para fabricar en la panadería que cada Navidad nos permite soñar más y más. La lista de organizaciones, personas, empresarios con las que nos animamos a construir excede a los efectos de este escrito, aunque lo justo sería nombrarlos a todos. Debo reconocer que franquear los prejuicios y vernos como iguales no fue fácil, pero finalmente logramos con muchos “otros” integrarnos en un nuevo “nosotros”.

Esta es parte de nuestra historia, me animo a trazar algunos puentes entre la experiencia que vivimos los compañeros de La Juanita y los valores que el nuevo paradigma de la ética del cuidado promueve. En primer lugar, nada de lo que construimos hubiera sido posible si, más allá de nuestras diferencias, no hubiéramos aprendido a mirarnos como iguales y a cuidarnos entre nosotros. En un contexto de exclusión y de desprotección por parte del Estado y la sociedad, de no haber elegido ese camino, probablemente hubiéramos perecido.

En el proceso aprendimos también la importancia de organizarnos y el valor de la conversación para poder hacerlo. Todas nuestras decisiones, todas nuestras dificultades, las diferencias que fueron surgiendo en el camino fueron puestas sobre la mesa y superadas a través del diálogo.

Aprendimos que necesitamos cambiar la clave del éxito y empezar a pensar en esta fórmula del ganar- ganar. Sin dejar a nadie la costado del camino.

Pero también nos dimos cuenta que no podía quedarnos ahí, necesitábamos dar un salto si lo que queríamos también era multiplicar Juanitas por el país, si queríamos también cuidar de otros.

Cuidar desde la política

Muchas personas me preguntan qué me llevó a “embarrarme” en la política cuando podía seguir peleando por la dignidad de muchos argentinos desde La Juanita, reproduciendo la experiencia del cooperativismo, impulsando nuestro proyecto educativo para alcanzar nuestras metas: fundar una escuela primaria, un colegio secundario y una universidad regidos por los valores de la libertad e integración.

En primer lugar, debo aclarar que a la decisión de involucrarme no la tomé solo, sino que fue fruto de un proceso de discernimiento del que participaron todos los compañeros de La Juanita. De ahí que, cuando respondo, lo hago en plural.

Detrás de esa recurrente pregunta se esconde la visión de miles de argentinos que ven a la política como un terreno hostil en el que hay poco margen para el honesto. Ese descreimiento en los políticos tuvo su punto más álgido durante la crisis de 2001, cuando el “que se vayan todos” parecía la única salida posible. Como muchos argentinos, nosotros también creíamos que la mayoría de los políticos eran corruptos e inescrupulosos, que iban detrás del poder por el poder mismo.

Pero cuando, de las manos de Elisa Carrió –líder de la Coalición Cívica-, tuvimos la oportunidad de sumergirnos en ese mundo para devolverle la dignidad a miles de argentinos, dejamos atrás esos prejuicios y nos animamos. La decisión no fue fácil; una vez más, el dialogo fue el camino. Entre todos llegamos a la conclusión de que no arriesgarnos a construir un país sin exclusión desde este nuevo espacio era traicionar nuestros principios. Entonces, a través de mi candidatura a diputado nacional, nos animamos a construir un “nosotros” todavía más integrador.

En 2007 asumí mi banca para trabajar desde allí en el cuidado de tantos argentinos a los que por ahí no conozco, pero que represento. Sigo confiando en el diálogo y la integración –que supone reconocernos como iguales- como los medios más adecuados para alcanzar el bien común.

Los representantes tenemos la obligación de “prevenir daños futuros y regenerar daños pasados”

Las políticas económicas y sociales de las últimas cuatro décadas han llevado a agrandar la brecha entre pobres y ricos, y han hecho desaparecer en muchos argentinos las perspectivas de progreso a partir del esfuerzo. Cuando yo era joven, el ascenso social era factible y probable. Ese sueño, que Florencio Sánchez describió tan bien en su obra M´Hijo, el dotor, estaba al alcance de nuestras manos. En la actualidad, esa posibilidad de progresar a través de la educación y el trabajo parece haberse extinguido. En cambio, lo que reina es la creencia de que alguien que nace pobre, será pobre toda la vida, y morirá pobre.

La falta de perspectiva no es más que el producto de la desigualdad de oportunidades que deja a miles y miles –y cada vez más miles- de compatriotas fuera de los sistemas educativo y económico. El Estado, usurpado por gobiernos que buscan el poder por el poder mismo, ha dejado de ocuparse del cuidado genuino de sus habitantes; ha ido abandonando espacios y dejando a miles de argentinos a la deriva de la pobreza, la desnutrición, la violencia y la droga, por nombrar solo alguno de los males que aquejan a los sectores más postergados. Revertir esta situación es la única forma de regenerar los daños y prevenir que cada vez sean más los argentinos sumidos en la exclusión.

El período de elecciones que se avecina en la Argentina me llevó a reconsiderar mi lugar en la política y a gestar un nuevo sueño: poder dirigir el Ministerio de Desarrollo Social. Mi meta es poder devolverle al Estado la capacidad de hacerse presente en la vida de todos los argentinos como generador de oportunidades. Sólo así lograremos la equidad, la justicia, la integración; solo así venceremos al clientelismo y podremos alzar la bandera de la libertad.

Pienso un Ministerio de Desarrollo Social que fortalezca y amplíe el capital social de cada comunidad, posibilitando una población activa capaz de determinar sus problemas y sus oportunidades. Pienso un Ministerio que escuche lo que la población necesita y puede transformar esa escucha en respuesta. Pienso un Ministerio que vea personas, no números o problemas. Pienso un Ministerio que una, que integre.

¿Por qué no pensar en un Estado que funde una escuela de primer nivel en el medio de una villa de emergencia a la que actualmente no accede ni siquiera la policía? ¿O impulsar al sector privado a que llegue hasta esos barrios marginales con un supermercado, con un correo o con un cajero automático? No hay razones para creer que esta recuperación de espacios perdidos no es posible.

Mientras desde el despacho comenzamos a diseñar estos proyectos a nivel nacional, en La Juanita comenzamos a demostrar que son posibles. En diciembre del año pasado junto con la fundación Oscar Alvarado fuimos detrás de un gran sueño: fundar una escuela primaria que eduque a los chicos del barrio en los valores de la integración y la libertad. El dolor que causó derribar los muros de esa escuela abandonada que en algún momento nos sirvió de refugio, se convirtió en alegría al ver que en su lugar se levantaban las aulas de una cuna de oportunidades para los chicos del barrio.

Ver a esos chicos ir a monitorear la construcción de su escuela todos los días nos llena de un placer inexplicable. Sabemos, soñamos el día que desde La Juanita salgan maestros, músicos, médicos, abogados, ingenieros, políticos que serán excelentes profesionales pero mucho más importante, seres dignos, con sentido de la comunidad, capaces de cuidar y de cuidarse.

Finalmente quería compartir con ustedes un poema de Octavio Paz:

“Para ser yo he de ser otro,

buscarme entre los otros,

los otros que no son si yo no existo,

los otros que me dan plena existencia,

no soy,

no hay yo,

siempre somos nosotros.”

Por otro lado, estamos impulsando la instalación de cajeros automáticos – y por qué no un banco - en el barrio para que los vecinos puedan sacar su plata en La Juanita y comprar en los negocios del barrio, en vez de verse obligados a viajar hasta el centro de Laferrere. Golpeando puertas, encontramos un banco privado dispuesto a hacerlo. Lo mismo. Se puede poner? En qué está todo?

Estas iniciativas integradoras que llevamos a cabo en La Juanita son un ejemplo de lo que deberían ser las políticas públicas para el desarrollo social. Sólo así los miles de argentinos que viven dependiendo de un plan asistencial serán emancipados del clientelismo del gobierno de turno, sólo así el Estado recuperará su función de cuidador.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Mujeres trabajando por una Argentina decente

¡Cambiemos!

“Si nuestro rasgo de identidad es la violencia, si éste es nuestro problema, la cuestión es como salir de ella sin repetir la historia”.

“La paz es fortaleza y libertad en la incertidumbre. Es la certidumbre de las buenas conciencias, aún en la oscuridad. Es renunciar a toda forma de violencia reconociendo al otro, incluso al peor enemigo. La paz es ética de las convicciones más profundas y coraje para la perseverancia. Construir la paz demanda, en consecuencia, lucha interior y testimonio público”

Elisa Carrió – Del libro Hacia un nuevo contrato moral/ 2004 - pag. 362

“…hoy nadie puede frenar el impulso de esta Argentina decente que cree en los valores, la justicia y la República y aseguró: somos los únicos que no vamos a garantizar impunidad para nadie.”

Elisa Carrió 19/03/11

martes, 22 de marzo de 2011

Mujeres por la Paz en Lomas de Zamora

Mujeres por la Paz en Lomas de Zamora

Carmen Iannone, coordinadora gral. De la Mesa de Participación Ciudadana de políticas públicas, agradece al Diputado Toty Flores por la iniciativa del proyecto presentado en la cámara de diputados para la participación de las Organizaciones Sociales. Ello motivó la creación de la oficina de participación ciudadana y políticas publicas en Lomas de Zamora. El sábado 19 de marzo, se realizó un encuentro con ONGS, Vecinos y representantes de Mujeres por la Paz para la conformación de la mesa, quedando a cargo de la organización de la misma María Rosa Sanchez.

A los vecinos de Lomas de Zamora que quieran integrarse al espacio de Participación Ciudadana o a la mesa de Mujeres por la Paz, se pueden comunicar al cel: 15-6783-2525

Recorrida por el barrio de Belgrano junto a Maria Eugenia Estenssoro y vecinos

El Dip. Abrevaya junto a M. E. Estenssoro y otros candidatos a legisladores recorrieron el 19 de Marzo el barrio de Belgrano, para terminar luego en un café con los vecinos de la zona en donde dialogaron acerca de las distintas problemáticas del lugar y de los proyectos que la Coalición Cívica tiene para abordarlos.

Las Mujeres por la Paz acompañamos nuevamente a María Eugenia.

Gracias Silvia Mazzitelli por tu invitación!!

miércoles, 16 de marzo de 2011

Trabajando por la dignidad de la Nación

Las "Mujeres por la Paz" de la Coalición Cívica acompañamos a nuestra compañera de la Ciudad y Provincia de Córdoba, Alcira Burgos, en su iniciativa y propuesta para el dictado de una ley, a tratar en el Congreso de la Nación, que mejorará la situación laboral y social de las empleadas de casa de familia.-

En distintos puntos del País, están mujeres trabajando en la construcción de la Paz. Debemos destronar todo tipo de violencia: La sistémica, estructural, simbólica, física, psicológica, y cuantos nombres se le de. Para ello es necesaria la participación directa para la reconfiguración de una sociedad con dignidad, capaz de llevar una vida en valores.

Si querés ser parte, enviá un mail a: mujeresporlapaz2007l@yahoo.com.ar tener en cuenta que donde dice 2007l (l) es una ele minúscula.

Buenos Aires, 15 de marzo del 2011

viernes, 11 de marzo de 2011

Urgente y plena aplicación de la Ley de Glaciares

Legisladores de la Coalición Cívica reclamaron la “urgente y plena aplicación de la Ley de Glaciares”

Legisladores de la Coalición Cívica reclamaron hoy “la urgente y plena aplicación de la Ley de Protección de Glaciares” en un acto realizado en el Salón Cabezas del Congreso, junto a María Eugenia Testa, la dirigente de Greenpeace detenida la semana pasada, el permio Nóbel Adolfo Pérez Esquivel, el investigador Javier Rodríguez Pardo y Nora Cortiñas, de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo, entre otras figuras de organizaciones sociales y ambientales. También participaron legisladores de otros bloques de la oposición.

“El gobierno está corriendo la línea todo el tiempo para no aplicar la ley de glaciares y San Juan sigue siendo una cajita de cristal protegida por el poder político para que Barrick Gold pueda continuar con sus emprendimientos mineros en Argentina”, sostuvo la diputada nacional de la CC Fernanda Reyes, integrante de la Comisión de Minería y una de las principales impulsoras de la ley.

“Para las mineras, el tiempo vale oro. Para nosotros, agua. La reglamentación llegó tarde y mal para darles tiempo a las mineras de seguir operando. Se dejó afuera el artículo 15 que establece un plazo de 180 días para la realización de las auditorias ambientales a los emprendimientos mineros en ejecución”, sostuvo Reyes, que presentó un pedido de interpelación al secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Juan José Mussi, para que explique ante el Congreso por quéno fue reglamentado el artículo 15 de la Ley de Presupuestos Mínimos para la Protección de los Glaciares y el Ambiente Periglacial (Nº 26.639) y detalle las actividades realizadas a fin de dar cumplimiento a lo dispuesto allí.

A su turno, la senadora de la CC María Eugenia Estenssoro sostuvo: “Esta ley es emblemática ya que impide la depredación de recursos no renovables. Los incumplimientos en su aplicación echan por tierra el discurso progresista del gobierno”.

La diputada de la Coalición Cívica Elsa Quiróz dijo: “El modelo minero no puede instaurarse sin la entrega, la represión y la impunidad del poder político”.

Por su parte, Adolfo Pérez Esquivel enfatizó: “Aquí está en discusión el país que queremos. El modelo minero privilegia el capital financiero y se aplica con la represión de los movimientos sociales”.


M. Fernanda Reyes

Dip. Coalición Cívica - ARI

Lic. en Economía (U.B.A)

www.fernandareyes.com.ar

La odisea de un héroe inesperado


La odisea de un héroe inesperado

Jorge Fernández Díaz
LA NACION

Sábado 07 de noviembre de 2009 | Publicado en edición impresa


Héctor Flores, en la panadería de la cooperativa La Juanita. Foto LA NACION / Ricardo Pristupluk

Su madre era fuerte como un roble y fumaba en pipa, y su padre era un cazador furtivo y alcohólico que murió cuando él tenía cuatro años. Pero a los nueve conoció, en un pueblo de Entre Ríos, a su verdadero mentor: el Pibe Rico, un hombre bajito y afable que había abierto una librería con imprenta y quiosco. El Pibe le dijo a Héctor "Toti" Flores una frase importante: "Lo que te hace libre es el trabajo". Y le dio una carga de diarios y revistas, y lo convirtió en canillita.

Casi cincuenta años después, cuando "Toti" asumió como diputado nacional, miró entre el público que se agolpaba en el Congreso de la Nación y reconoció, entre todos, al Pibe, más viejo y canoso, pero con los mismos ojos relucientes. Entonces, Flores, ex metalúrgico, legendario piquetero rebelde, emprendedor ejemplar y ahora flamante legislador, inevitablemente lloró. Pero lloró como lloran los fuertes. Lloró por todo y lloró por dentro.

Estamos sentados en una salita de la Redacción y Flores me está contando cómo su madre deshacía el tabaco de los cigarrillos negros y lo colocaba dentro de la cazoleta de la pipa. Ella ejercía el matriarcado: les indicaba a sus siete hijos que no debían hablar mal de nadie, que jamás tenían que caer en la indignidad del doble discurso y que estaban obligados de por vida a decir la verdad por más dolorosa que fuera.

Buscando nuevas oportunidades, casi todos los hermanos de "Toti" emigraron a Buenos Aires, donde en seguida consiguieron conchabos como operarios y empleadas domésticas. Hubo un momento en el que Flores tenía 17 años y vivía sólo con su madre. En las afueras alquilaba una casa Juana, su hermana de 38, que tenía cuatro hijos. En su recorrido de canillita, "Toti" se las ingeniaba para terminar siempre en esa casa: dejaba la bicicleta y pasaba un rato con Juana, que tenía problemas de pareja y penas de amor. Uno de esos días, "Toti" llegó y la encontró muerta. Se había suicidado.

Fue tan grande la tristeza de su madre que la familia optó por una decisión drástica: lo mejor era dejar atrás Entre Ríos y mudarla al conurbano bonaerense. Flores no quería saber nada, pero su madre no se movía si el hijo menor, el regalón, no la acompañaba en su periplo. Fue así como Flores dejó para siempre su trabajo con el Pibe, hizo las valijas y se marchó en tren con su madre hacia la tierra prometida. Al llegar, advirtieron que los Flores no vivirían en la gran ciudad de Buenos Aires, sino en el interior de una villa miseria.

La villa, en aquella época, reproducía el ambiente familiar y pueblero del interior, y "Toti" hizo muchos amigos y consiguió trabajo como peón en una fundición, aunque ocultaba prolijamente su condición de "villero". "En aquellos tiempos nadie se jactaba de pertenecer a una villa -recuerda-. Pero hasta los pibes chorros tenían códigos y jamás les robaban a sus vecinos." Había aprendido del Pibe Rico los rudimentos del tipógrafo, y su paso por la fundición lo llevó rápidamente hacia la metalurgia. Pasó por pequeños talleres de tornería y fue tomado luego por grandes compañías, como Yelmo y Santa Rosa (hoy Acindar).

La Matanza era la capital de la metalurgia, y entonces "Toti" compró con mucho esfuerzo un terreno y puso una casilla en Isidro Casanova, dentro de un barrio humilde, pero decente. Construyó allí su casita y se llevó a vivir a su primera esposa, una mujer que le dio cuatro hijos y de la que se separó muchos años después.

En 1997 conoció y se enamoró perdidamente de Soledad, una psicóloga social que había estudiado en la Universidad de Madres de Plaza de Mayo y que trabajaba como asesora en el Senado; una chica de Caballito que había ido a un colegio privado y que militaba en el Partido Socialista de Simón Lázara. Las diferencias sociales no hicieron más que acercarlos: a "Toti" lo deslumbró su capacidad intelectual; a Soledad le fascinó ver la vida y la historia desde otro lado.

Flores coloca su extraña mano derecha sobre la mesa y me obliga a retroceder varios años. Hasta 1981, cuando perdió cuatro dedos. Estaba en un galpón operando una máquina que cortaba chapa con gran potencia, y de pronto el balancín repitió el golpe. Le pegó y lo apretó dramáticamente, y Flores lanzó varios gritos que nadie escuchaba. Con las falanges colgando, lleno de sangre y bajo los efectos de un dolor indescriptible, "Toti" intentó no desmayarse. "Si me caigo acá, me muero", se dijo. Y caminó 150 metros hasta una enfermería, pasando por el medio de empleados que al verlo se desvanecían de la impresión.

Ahora era un hombre mutilado, y entonces la empresa quiso sacarlo de la producción. Pero Flores no se entregó con tanta facilidad: hizo ejercicios de rehabilitación día y noche, y se obsesionó con recuperarse para seguir siendo obrero metalúrgico. Compró una guitarra y aprendió a tocar canciones folklóricas para asombro de amigos y compañeros, y para probar que podía ir contra la corriente y reírse de sí mismo. Ya militaba en la UOM, aunque nunca en el sector oficialista. Guardaba simpatías naturales por el peronismo, pero lo habían encandilado la ética y el discurso de Luis Zamora, aunque la postura izquierdista de "sacarles a los demás no [lo] convencía porque [le] disgusta el enfrentamiento".

Los ejercicios dieron resultado. Esa extraña mano mutilada no dejaba de ser efectiva, y con ella logró salir adelante. En 1993, sin embargo, llegó a todas las fábricas nacionales la orden de poner en práctica la "reconversión industrial". Los que tenían un oficio debían dejarlo para dedicarse a otro tipo de tareas. Flores era oficial tornero y ellos querían que barriera los pisos. Muchas veces lo había hecho sin obligación; no se le caían los anillos por tener que barrer ni mucho menos, pero sabía que cuando empezaban por ese lado terminaban por el otro. El país había cambiado de frecuencia, y los viejos metalúrgicos estaban en problemas. Tomó la plata que le ofrecieron, se compró dos máquinas de coser industriales e instaló en su casa un modesto taller para fabricar bolsos y carteras. Era un próspero cuentapropista, pero sabía leer los vientos. Venían los vientos de la crisis, y en cuanto ésta se profundizara él se quedaría sin clientes y sin ilusiones. A su casa caían antiguos compañeros en busca de una changa, y él se encontraba a cada rato con más y más desocupados que pateaban las calles como espectros perdidos en un cementerio de fábricas desiertas o en vías de extinción. Comenzó, por instinto y solidaridad, a participar de las ollas populares. "Esos piqueteros no eran vagos -me explica-. Yo los conocía. Habían trabajado treinta años y estaban desesperados por volver a tener un empleo."

El grupo del "Toti" Flores llevó a cabo decenas de marchas y cortes de rutas y calles. Y hasta tomó la Municipalidad de La Matanza tratando de obtener respuestas a esa silenciosa miseria que se iba apoderando de todos. Pero cuando se empezaron a repartir los planes sociales, la mayoría de estos ex metalúrgicos los rechazaban: no querían limosna, sino salario. A fines de ese año, esos piqueteros se distanciaron de los otros. Y en un encuentro entre piqueteros autónomos discutieron acaloradamente. Unos se mantenían firmes contra los planes. Otros proponían tomarlos y convertirse en "punteros buenos y transparentes". Flores y sus amigos se pusieron firmes: "No importa quién reparta; el asunto es que así el pobre siempre será prisionero. Nosotros no queremos gerenciar la miseria. Los movimientos sociales, por ese camino, caen en la lógica de los burócratas sindicales". De hecho, hoy no se reclutan ex trabajadores en los grupos piqueteros conchabados con el poder. "Hoy se reclutan marginales que no saben lo que es levantarse a las seis de la mañana -dice Flores-. Y manejar a los marginales es muy fácil. No hay límites."

La postura principista del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), de La Matanza, quedó en soledad y llamó mucho la atención. En ese momento se dieron cuenta de la importancia política de ese pequeño gran gesto. Pero a medida que la recesión se agudizaba, la tentación de aceptar los planes era cada vez mayor.

"Toti" mismo, viendo tanta necesidad y tanta preocupación, se preguntaba cuatro o cinco veces por día si no debían claudicar. Finalmente, llegó 2001 y los encontró de rodillas. Resolvieron comisionar a seis personas para que fueran a la municipalidad y pidieran, finalmente, los planes sociales. Como habían sido rebeldes, los tuvieron desde la madrugada hasta el anochecer de oficina en oficina, en una gira humillante, sin darles nada. Cuando regresaron y contaron en asamblea lo que había sucedido, los hombres y las mujeres del MTD decidieron no volver más a buscar esa dádiva. Y nunca más volvieron. "La única manera de salir es generando trabajo", se dijo Flores. Pero ¿cómo hacerlo? ¿Cómo hacerlo?

Fundaron primero una cooperativa en el barrio La Juanita, de Laferrère, y se instalaron en una vieja escuela abandonada, después de hacer un comodato con sus dueños. Eran tiempos en que la gente se llevaba hasta los picaportes de las puertas, y a veces hasta la puerta entera: había hambre y angustia en las calles, y flotaba una nube de peligrosa anarquía. Como si una guerra hubiera devastado el conurbano y lo hubiera dejado abandonado a la buena de Dios.

Venían estudiantes de todas partes del mundo a conocer a esos exóticos desocupados que intentaban sobrevivir en el subsuelo de un país arrasado. Eran centralmente 40 piqueteros y cada uno de ellos sólo podía gastar 12 pesos por día para alimentarse. Cortaban el pasto de las casas y hacían pasacalles, y fabricaban ceniceros con hueso de caracú que decían "Recuerdos del MTD La Matanza" y que les vendían a precio de euro a esos estudiantes del hemisferio norte que merodeaban el lugar como entomólogos de la pobreza.

Levantaron una editorial y fabricaron 500 libros con sus experiencias, que también vendían a precios internacionales. E intentaron dos veces poner en marcha una panadería. La primera vez se fundieron. La segunda intervino Soledad, y Flores se involucró en la aventura. Sabían muy poco del oficio de panadero, y tuvieron todo tipo de traspiés técnicos. Hasta que bíblicamente los panes comenzaron a multiplicarse: le agarraron la mano al asunto y llegaron a vender por día 60 kilos de pan y 50 docenas de medialunas. Junto a la cooperativa empezó a funcionar un sistema de trueque de 500 personas.

El milagro de los panes no se detuvo allí: siguió hasta 2004, cuando compraron maquinarias y empezaron a fabricar 100 kilos diarios. También se abocaron a panes dulces artesanales con la receta de Maru Botana, que algunas empresas compraban en cantidades industriales para repartir entre sus empleados y clientes. Los excedentes pasaron a financiar una escuela de panadería.

Paralelamente, habilitaron un taller de costura con tres máquinas. Poder Ciudadano, luego de debatir mucho, le comunicó a "Toti": "Vamos a darles una agenda". Flores pensó con escepticismo: "Quieren que fabriquemos agendas". Pero no era eso. Era una cadena de citas con 400 empresas. En ese peregrinaje, Flores y sus muchachos se encontraron con el diseñador Martín Churba. No puede haber dos hombres más distintos que Churba y Flores. La Recoleta y La Matanza. La moda y la metalurgia. La creatividad y la fuerza. Y sin embargo, la sociedad funcionó. "Quiero poner el trabajo de moda", le dijo Churba, y propuso el guardapolvo como ícono universal del trabajo. A continuación, les pidió a las costureras del MTD que apuraran las cosas y fabricaran 300 guardapolvos con su diseño para presentar un mes después en Buenos Aires Fashion. El diseño era simple: contaba por escrito la historia de esa idea. Lo que no resultaba tan simple era llegar en tiempo y en forma. Todavía, Flores miraba con suspicacia las ocurrencias del diseñador.

A pocas horas del día de la verdad, Churba lo llamó para preguntarle qué precio les pondrían a los guardapolvos. En un supermercado, una prenda similar costaba 18 pesos. "No sé -probó "Toti"-. ¿Veinticinco?" Churba respondió: "No; vamos a venderlo a 100". Flores pensó: "Este no quiere vender. Nos está usando para su marketing". Consensuaron un precio de 50 pesos: en el mediodía de la inauguración, ya se habían vendido todos. Churba no los quería engañar, y ellos tuvieron que navegar los prejuicios de clase para no ahogarse en ellos. Salieron en la TV, tuvieron una publicidad impactante y comenzaron a llamarlos de todos lados para ofrecerles trabajos.

Crecieron tanto que la alianza con el diseñador ya no tenía tanto sentido. Se despidieron como buenos amigos. Churba dijo, a modo de conclusión: "Esta asociación fue posible porque cada uno dio lo mejor que tenía. Yo les puse el valor de la creatividad y ustedes pusieron algo decisivo: su confianza". Flores me explica que aprendió algo más: "La crisis nos tocó a todos. A nosotros nos dejó afuera, pero a muchos empresarios los dejó también fuera del sueño de generar empleo".

"Además, en la sociedad apareció una nueva clase de víctima: los excluidos morales; aquellos que, aunque tienen éxito, no se bancan que haya pobres. Y son muchos. Y yo creo que los excluidos sociales y los excluidos morales podemos hacer alianzas extraordinarias."

Flores asegura que no han dejado de ser piqueteros a pesar de que jamás volvieron a un piquete. "Mientras no desaparezca el problema de la desocupación, seguiremos siendo piqueteros", me asegura. La cooperativa La Juanita realiza múltiples emprendimientos y da trabajo y servicios a muchos. Hace poco fue promotora del gas natural del barrio, gracias a su alta credibilidad. Y Flores no olvidará jamás que el taller de costura exportó prendas a Japón y 100.000 remeras a Italia.

Estuvo 20 días dando charlas en ciudades italianas; conoció Verona y se sorprendió a sí mismo al pie de los Alpes. Todo parecía una película, pero él se sentía un poco incómodo y, por momentos, hastiado. Una tarde llamó desde un hotel maravilloso a La Juanita y le confesó a un compañero que no aguantaba más. El compañero le respondió: "Ojo, mirá que acá la casa te llueve". Y no era una metáfora.

Elisa Carrió, bajo un eucalipto de La Juanita, le ganó el corazón. Sacó 120.000 votos en las elecciones y asumió como diputado nacional por Coalición Cívica para tener despacho abierto, para ayudar a los de abajo, para que las organizaciones sociales pudieran cumplir con la política y para volver, al fin del mandato, a su barrio.

"Ser piquetero y político tiene mala prensa. Pero yo quiero salir ileso. Quiero volver a caminar en chancletas y con mis perros por la calle de mi barrio y con la frente alta, como siempre."

Hablamos de nuevo de su madre, que fumaba en pipa y que murió hace tanto. De Soledad, que lo acompaña en sus epopeyas. Y del Pibe Rico: "Lo que te hace libre es el trabajo". Aprieto su extraña mano mutilada y me lo imagino aquella mañana en que juraba por la Patria y los Santos Evangelios. Aquel momento en que el ex canillita descubrió entre el público a su viejo mentor y lloró como lloran los fuertes. Lloró por todo. Y lloró por dentro.

El personaje HECTOR "TOTI" FLORES
Ex canillita y ex metalúrgico, piquetero y emprendedor

  • Quién es : nació en un pueblo de Entre Ríos. Tiene cuatro hijos. Está en pareja con una psicóloga social. Es diputado nacional por Coalición Cívica.
  • Qué hizo : fundó el Movimiento de Trabajadores Desocupados de La Matanza. Rechazó los planes sociales y montó una cooperativa de trabajo. Cobró fama cuando se asoció con el diseñador Martín Churba y fabricó guardapolvos que se vendieron en "Buenos Aires Fashion" y que luego exportaron a Japón. Fabricó y vendió también 100.000 remeras para Italia. Armó un jardín de infantes, una panadería e impulsó una serie impresionante de emprendimientos.

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martes, 8 de marzo de 2011