“Un nuevo contrato moral es la construcción de la paz y de la nueva prosperidad en la Argentina y América Latina” - Elisa -

miércoles, 24 de agosto de 2011

La siembra no es en vano, ya empezará la cosecha


La honorable autocrítica de Lilita, su acertado alejamiento de la conducción partidaria y la gratitud a mi primer líder política

Mauro Spadafino
(Una humilde opinión desde el llano, de un marginal militante de base).

Tuvieron que pasar diez días, para que pudiera escribir algo sobre el resultado de las elecciones primarias. Y es que el viernes anterior a la elección cayó un rayo sobre mi casa, que me dejó sin PC todos estos días. Casi como un presagio de la tormenta que se venía para quienes integramos la Coalición Cívica.

La noche del domingo 14 de agosto, cuando se conocieron los resultados, pensé tres cosas: En primer lugar, un gran respeto a todos los que votaron a Cristina (entre quienes se encuentran muchos amigos). En segundo lugar, mi convicción de que el resultado de la elección no cambiará mi concepto negativo sobre el actual gobierno. En tercer lugar, un deseo de autocrítica al interior de mi propia fuerza política.

Y así fue. Al otro día, escuche de parte de Elisa Carrió la autocrítica más feroz y el mea culpa más duro que jamás haya escuchado en ningún dirigente político. En vivo, en conferencia de prensa y expuesta –una vez más- a todas las preguntas de la prensa.

En su exposición dijo -entre otras cosas- que si en octubre no la quieren votar a ella corten boleta con absoluta tranquilidad, pero que voten a los legisladores de la Coalición Cívica , que han cumplido un rol fundamental a lo largo de estos años en el Congreso de la Nación. Una muestra de generosidad política, que tampoco vi jamás en ningún dirigente político. Está dispuesta a inmolarse por una vez más (la última) al servicio de la causa.

Lilita escuchó el mensaje de las urnas y eso habla bien de ella. El acuse de recibo se reflejó claramente en su anuncio de que luego de las elecciones de octubre dejará la conducción de la Coalición Cívica. Esto es bueno, porque es lo que permitirá que surja (del seno de nuestro propio partido) un nuevo liderazgo sin su desgaste. Por otro lado, Lilita también anunció que no dejará la política, que va a acompañar a la fuerza desde un lugar secundario. Y esto, también es bueno, porque necesitamos que nos ayude a empoderar nuevos líderes, para disputar las elecciones legislativas del 2013 y las elecciones presidenciales del 2015.

En mi opinión, el liderazgo de Lilita ya ha cumplido un ciclo, valiosísimo pero socialmente concluído. Ante esta reflexión, me gustaría terminar con el pensamiento binario de algunos analistas políticos, que interpretan que la necesidad partidaria de un nuevo liderazgo implica la denostación del liderazgo anterior. Nada más alejado de eso. Al contrario, debemos construir un nuevo liderazgo para HONRAR la lucha que Lilita ha dado todos estos años. Ningún liderazgo es eterno en ningún partido. La Coalición Cívica no es la excepción. Todos sabíamos que algún día este momento iba a llegar. No hay que tener miedo de seguir caminando sin la tutela de nuestra fundadora. Eso es bueno para un partido que pretende perdurar en el tiempo. Tal vez a Lilita le haya tocado el mismo rol de su admirado Leandro N. Alem, quien nunca llegó a la Presidencia de la Nación, pero fundó un Partido nacional, que años más tarde gobernó la Argentina con una nueva generación de dirigentes políticos.

Uno de los activos de la Coalición Cívica es el gran semillero de dirigentes que ha sembrado a lo largo de todos estos años, dirigentes de la talla de: Adrián Pérez, Alfonso Prat Gay, Juan Carlos Morán, María Eugenia Estenssoro, Toty Flores, Pablo Javkin y Magdalena Odarda. Estoy convencido que entre estos 7 nombres hay más de uno que tiene el potencial para ser el futuro o futura líder de nuestra fuerza.

En este sentido, hay que recordar que el liderazgo de Lilita lo eligió la sociedad antes que el Partido. Y nosotros fuimos detrás de aquella persona que (en coincidencia con nuestros principios) tenía mayor legitimidad social dentro del mismo.

En coherencia con eso, el nuevo o nueva líder de la Coalición Cívica deberá ser quien logre construir la mayor referencia social hacia afuera, a fuerza de trabajo legislativo y/o territorial. EN ESTO NO HAY DEDO QUE VALGA. Es un proceso de legitimación social que un día hace un click, como el que se produjo en aquella epopeya que fue el Informe de Lavado de Dinero (allá por el año 2001), cuando nos enfrentamos al corrompido sistema financiero argentino, visto a la distancia, nuestro gran mito fundante.

A los que se regodearon con la caída de Lilita, les digo que no es noble pegarle a quien está en el piso, no es noble hacer leña del árbol caído y mucho menos si en el 2007 se colgaron de su 23% para acceder a una banca. No sean buitres, tengan un poco de verguenza y de respeto. Me hubiera gustado que se hayan animado a pegarle al menemismo cuando el menemismo estaba en el poder, a pegarle a la Alianza cuando la Alianza estaba en el poder, a pegarle al duhalduismo cuando el duhaldismo estaba en el poder, a pegarle al kirchnerismo cuando hasta Clarín esta oficialista, como lo hizo Lilita. Pero no, la valentía de los buitres solo alcanza para defenestrar a la mujer del 3%.

La prensa ya nos firmó el acta de defunción y seguramente muchos dirigentes se van a ir de la Coalición Cívica en busca de una nueva frazada progre que los cobije. Pero YO NO ME VOY NADA, yo me voy a quedar a custodiar las ruinas (con un escudo en una mano y una lanza en la otra), me voy a quedar a rearmar las piezas de este rompecabezas, me voy a quedar mirando la montaña de cenizas, hasta ver salir el Ave Fénix.

En una democracia, las mayorías deciden quien gobierna, pero no dan la razón. Estoy seguro que algún día la historia se va a reescribir y la va a juzgar a Lilita como lo que fue: Una mujer honesta, inteligente y valiente, que (con aciertos y errores) se enfrentó al omertá de la corporación política y luchó por un país donde la justicia social vaya de la mano de la ética y los valores republicanos.

Esta nota no va a llegar a los ojos de Lilita, pero igual me gustaría sumarme a su autocrítica y decirle GRACIAS. Gracias Lilita: por tu honestidad, por tu transparencia, por tu valentía, por tu dignidad, por tu sinceridad, por tu frontalidad, por tu intransigencia, por tus derrotas heroicas, por tu parresía, por tus quijotadas, por tus locuras, por tus exabruptos, por tus imprecisiones, por tu desmesura, por tus exageraciones y por tus heridas, que son la marca de la lucha por tus ideales, que también son los míos.

Con afecto, Mauro Spadafino.

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