“Un nuevo contrato moral es la construcción de la paz y de la nueva prosperidad en la Argentina y América Latina” - Elisa -

jueves, 29 de diciembre de 2011

A mas de cinco años se profundizó el carácter fascista


El problema no son ellos


Por Elisa Carrió

Publicado el 27 de julio de 2006

En la larga y universal historia de lo idéntico o aniquilado, el fascismo es uno de sus capítulos modernos. Este, no es una ideología sino un carácter. Es más, el carácter fascista es justamente el que no puede pensar.



Incapaz de pensar, es sólo un simulacro de ideas. Sólo puede sentir y lo que siente es vacío de si mismo y repulsión por todo otro que no sea ese vacío.



Enemigos primordiales de ellos mismos salen a la caza de lo distinto para someterlos al abismo de su propia posesión. Quebrados, ya sin conciencia, su objetivo principal es quebrar la de los demás.



Así, su gran empresa consiste en el vaciamiento ajeno. Compran dirigentes, vacían instituciones, convierten en obsecuentes a los leales, investigan el cuerpo y la vida de los empresarios, periodistas y políticos opositores y propios, montando lenta y persistentemente la gran maquinaria del miedo y el sinsentido social.



Los fascistas de carácter, gozan y se excitan en el amedrentamiento y el miedo ajeno. Indignos por naturaleza o por decisión, gritan porque no pueden hablar. Privados de condición humana, en el sentido de reflexión, pretenden que ese gran vacío cubra su pueblo, su ciudad, su país y la humanidad.



No están solos en su empresa, los acompañan quienes son pagados desde hace mucho tiempo para construir el folletín amarillo de sus sociedades y el arma de extorsión de sus dirigentes.



Pero el problema no son ellos. A lo largo de la historia la gran pregunta que quedó pendiente de respuesta no es la posibilidad de existencia de caracteres fascistas, ni de regímenes fascistas, el gran interrogante, sin respuesta, es que enfermedad social atrapó a una comunidad, para que se identificara con el amo, para que lo aplaudiera, para que lo exaltara. Como fue posible que una sociedad no viera, ni oyera, ni registrara y se convirtiera en el principal alimento de poder real de esos simulacros.


El problema no son ellos, sino nosotros. ¿Qué velo tapa nuestra mirada para que todos los aventureros, impostores, ladrones y autoritarios nos lleven puestos una y otra vez, en medio de nuestro aplauso?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

comparto todo lo dicho y obviamente no comprendo el porqué?? o los porqué de ese 53 % q comentió semejante barbaridad!!!

Anónimo dijo...

Es para un profundo análisis sociológico. De todas maneras está demostrado que las abrumadoras mayorías también se equivocan y si no miremos la Alemania nazi...