CONSTRUIR LA PAZ PARA REFUNDAR LA REPÚBLICA
Dra. Elisa Carrió
9 de noviembre de 2002
…para
amasar el nuevo pan de la
Argentina que
nace, es preciso renunciar a nuestras propias miserias para ver en el otro a
otro que enriquece y no que limita.
…en
consecuencia la primera parte de esta propuesta la sometemos a la discusión de
todo un pueblo, porque no hay propuesta de gobierno que sea la oferta electoral
de un partido, puesto que tiene que haber una propuesta discutida y consensuada
con toda la sociedad. Propuesta que finalmente, de abajo, conducida en una
discusión racional, llegue a ser no la propuesta de un partido, sino la
propuesta de un pueblo para refundarse como Nación.
Hay
que construir un contrato moral que nos permita relatarles a nuestros hijos,
dentro de unos años, que por ellos y por nuestros nietos empezamos a construir
un nuevo relato heroico de un país donde había República, donde el mérito era
reconocido, donde la mesa estaba bien servida y donde había progreso y futuro
para todos.
Pero
es preciso entender que de la violencia y de la fuga no se sale con más
violencia, que el gran objetivo estratégico de un nuevo contrato moral es la
construcción de la paz y de la nueva prosperidad en la
Argentina y
en América Latina, y los militantes del ARI no pueden renunciar a esa palabra
maravillosa que es la paz, que no es la resignación de los cementerios, sino la
lucha cotidiana y persistente entre la conciencia moral y el testimonio público
por un nuevo pueblo. Eso es paz, la verdad, la justicia y la igualdad. Ésta es
la epopeya del pueblo.
…solo
los países con fuertes contratos morales construyen los más poderosos caminos
de desarrollo económico y de integración social.
Por
consiguiente, construir la paz es tener el rigor necesario para refundar la
República. Todo el mundo habla de República,
pero en realidad la esencia de la
República es
la virtud republicana. Con saqueadores y políticos degradados y con jueces
obsecuentes, no hay virtud republicana y, en consecuencia no hay República.
Construir la
República y
fundarla, es poner allí, donde estuvo el nepotismo, el amiguismo y el
clientelismo, el único elemento que viene a ser la nafta de una República: el
mérito. Hemos renunciado al mérito en este país; vale más ser amigo del juez,
vale más ser amante del Presidente, que estudiar, esforzarse y rendir los
concursos.
Hay
que poder poner en cada uno de los lugares del Estado el concurso de
antecedente y oposición,…debemos poder poner el interés de la
República por
encima de los negocios privados y de interés personal de los que ocupan cargos
públicos. Pero no basta: es preciso tener una clara democracia participativa,
donde la ciudadanía no solo reclame en movilizaciones, donde la ciudadanía
tenga por ley y por constitución canales muy claros de participación ante la
sanción de una ley, después de la sanción de una ley. Antes de la toma de una
decisión administrativa, en la ejecución y en el control de la decisión
administrativa…no hay cosa mejor que una República controlada por la ciudadanía
plena.
Lo
que esta sociedad desea profundamente es un lugar en el mundo que esté
vinculado a un trabajo estable donde la persona pueda tener dignidad y pierda
el miedo al futuro.
…nosotros
tuvimos presente estos objetivos y significa empezar a crear condiciones de
empleo y trabajo permanente que reduzcan el miedo al futuro.
Hoy
los padres y los chicos tienen miedo de no comer, y en consecuencia en la
política de distribución del ingreso está el ingreso de ciudadanía para la
niñez, para todos los chicos dela
Argentina , cualquiera sea su condición social.
El
objetivo es que las familias, los chicos, tengan aseguradas la salud y la
permanencia en la educación. Los ciudadanos, niños y niñas argentinas tienen
que estudiar y jugar, y no pueden trabajar. Y los maestros deben enseñar, y las
madres y los padres deben tener la mesa servida en sus casas: ésa es la paz. La
paz es el orden mínimo de las cosas elementales de la vida. Esto es lo que
quita el miedo, y sobre ésta base y manteniendo los subsidios y ampliando los
subsidios por desempleo, vamos a generar las condiciones de trabajo y de empleo.
Pero
hay que decirles a las clases medias, a las clases altas, a los industriales, a
los empresarios y a los trabajadores que, para que este país sea digno, es
necesario que no haya más un pobre en este país y que, en consecuencia, la
opción es la lucha contra la pobreza, no para mantenerlos en la pobreza digna,
sino para sacarlos de la indigencia y la pobreza. Es un compromiso nacional de
generación de empleo, es un compromiso nacional de producción y distribución
masiva de alimentos y es un compromiso nacional que nadie esté por debajo de
los niveles de dignidad material. Y somos un país que lo puede hacer.
En
segundo lugar hay que crear un programa claro de desarrollo y poblar este país.
Hay que acordarse de los pueblos y de las pequeñas ciudades del interior. Los
que somos del interior conocemos el sentimiento profundo de abandono cuando, en
esos pueblos, se ve que los hijos se van y muchas veces no vuelven.
Es
preciso, entonces, crear un programa que se base en la construcción y
planificación participada de cada pueblo y de cada ciudad, que diga qué va a
producir y cómo lo va a producir, y que ese fondo nacional de desarrollo local
junte todos los recursos del Estado, tecnológicos y crediticios, con el Banco
Nación, las universidades, y la participación social, para apuntalar el
proyecto con el compromiso de ese pueblo de ir promoviendo el asentamiento de
las familias que se fueron, con el propósito de que puedan volver a vivir en
ese lugar, en el mundo de la revolución de las pequeñas cosas, que hacen a la
vida de los pueblos y la dignidad de una Nación.
Hay
que afrontar el desafío junto a los pequeños y medianos productores, para que
puedan producir en escala y exportar. Siempre se escucha “es imposible”. Todo
lo que tenga que ver con el ser humano parece imposible en este país. Hay que
volver por sus fueros; este país creció en base a ese impulso.
Por
nuestra historia y nuestra dignidad tenemos que poder construir un nuevo
contrato moral que dé nacimiento a la
República.
Elisa "Lilita" Carrió
del Libro: HACIA UN NUEVO CONTRATO MORAL
Pág. 338
Edit. NORMA
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