INSERCION DIPUTADA ELISA CARRIO
SESIÓN DEL 3 DE MAYO DE 2012-ORDEN DEL DIA 288/2012
FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS Y POLÍTICOS DE LA ABSTENCIÓN COMO
NEGATIVA A PARTICIPAR EN EL ENCUBRIMIENTO DE UN CRIMEN CONTRA EL ORDEN
ECONÓMICO DE LA NACIÓN.
“En la vida de un pueblo, el momento crucial es aquel en el
que el pueblo deja que el poder vaya a parar a manos de criminales. Y también
cuando un pueblo, teniendo oportunidad de ello no la usa para mantener las
condiciones necesarias a un gobierno responsable. Después resulta siempre mucho
más difícil echar a los criminales que han tomado el poder. En mi
interpretación la corresponsabilidad empieza primero y termina después y tal
responsabilidad se la encuentra hasta en los jóvenes, no en la misma medida que
los padres”, Willy Brandt en Entrevista con la historia, de Oriana Fallaci.
Los Hechos
Como lo advertimos en AYSA el 28 de marzo de 2006, hoy YPF
culmina el proceso de saqueo criminal de la Argentina.
Con fecha 21 de marzo de 2006 ingresa a la Cámara de Diputados para su
tratamiento el Decreto 303/06 por el cual se rescinde por culpa del
concesionario el contrato de concesión suscripto por el Estado Nacional y la
empresa Aguas Argentinas S.A adjudicada mediante Decreto 787/93.
Con fecha 21 de marzo de 2006 el Poder Ejecutivo decide
crear mediante el Decreto Nº 304/06 una sociedad anónima, motivada en la
garantizar la fluidez operativa del servicio y lograr la adaptación a los
cambios y contingencias. Esta nueva empresa tuvo las siguientes
características: Es una Sociedad Anónima regida por la Ley 19550 (Ley de Sociedades
Comerciales) cuyo objeto consiste en la prestación del servicio de agua potable
y desagües cloacales del área atendida.
El capital social quedaba en un 90% en manos del Ministerio
de Planificación Federal y el otro 10% en manos de los ex trabajadores de OSN
comprendidos en el Programa de propiedad Participada.
Se facultó al Ministro de Planificación o el funcionario que
éste designase a realizar todos los actos tendientes a la constitución y puesta
en marcha de la Sociedad ,
incluyendo la designación de directores y de los miembros de la Comisión Fiscalizadora.
Los empleados se regirían bajo la ley de contrato de
trabajo.
Se facultó a
contratar personal para realizar las gestiones correspondientes a garantizar la
prestación del servicio.
Se excluyó expresamente el acogimiento a los principios
generales del derecho administrativo y sus normas como también de la Ley 19549 (procedimientos
administrativos) Decreto 1023/01 (compras y contrataciones), Ley 13064 (Obra
Pública).
Al igual que en ENARSA fue una forma pura de sociedad
anónima, a pesar de que momentáneamente pudiese tener la mayor parte de las
acciones el Estado.
El viejo esquema del menemismo era la entrega de negocios
rentables a empresas extranjeras que junto con socios nacionales se
beneficiaban con la paridad cambiaria establecida en la convertibilidad, diez
años después la confusión del entonces Presidente Kirchner entre lo privado y
lo público –como los viejos señores feudales- se baso en la creencia que el
Estado puede ser él.
El objetivo final de lo que explicamos en ese momento era
afirmar que hay una nueva matriz de privatización en la Argentina bajo una
apariencia reestatizante.
Con el manto de una vuelta hacia un Estado Benefactor, lo
único concreto que se palpa es que toda la normativa desarrollada por los
Gobiernos Kirchnerneristas desde su asunción es una privatización al interior
de los negocios de una facción política del poder.
Así como en los noventa se privatizaba y se abría a
licitación pública internacional en beneficio de empresas extranjeras con
capitalización de deuda, hoy se desestatiza creando sociedades anónimas sujetas
al derecho privado, sin control estatal de ninguna especie, con una parte del
capital en manos del Estado y el resto cedido en acciones a los grupos
económicos que pacten una sociedad con el ministro de Planificación, Julio De
Vido. Y lo que es más escandaloso aún: estas sociedades dispondrán de patrimonio público en
beneficio privado.
El modelo actual, nacido en AySA, nos sorprendió con una
novedad: ya no asistimos a la transferencia de plenos poderes a un Presidente,
Jefe de Gabinete o Ministro, sino que vemos estupefactos como ahora
directamente se transfiere a una Sociedad Anónima creada por decreto o por ley,
sin control alguno por parte del Estado.
El Estado ha decidido abandonar tomar a su cargo la
prestación de los servicios bajo formas que permitieran control y revisión
pública. En cambio, elige formas que lo alejen todo lo posible de ello. En el
caso de AySA una sociedad anónima bajo el control de un Ministerio con plenos
poderes para establecer derechos y obligaciones.
En el informe que elaboramos en el año 2006 que titulamos
“La nueva matriz de Saqueo Desestatización por desapoderamiento final. El
nacimiento del Patrimonialismo Corrupto.” Nos referimos que ni siquiera la ley
de Reforma del Estado, conocida como Ley Dromi (nº 23.696) se atrevió a tanto.
En su artículo 18, cuando hablaba de la modalidad de selección de los
prestatarios privados de los servicios establecía algunas formas mínimas de
comparación de precios y análisis de antecedentes de los oferentes.
Esos contratos de concesión y las privatizaciones tuvieron
formas legales que se estuvieron ejecutados. Las formas societarias que ahora
se presentan desde el mismo bloque oficialista que antes nos ofreció esa ley,
estarán sujetas al derecho privado y no al derecho público obviando todas las
responsabilidades y controles que este permite.
En ese informe consideramos legítimo poner en duda varias
cuestiones:
Entre otras, que no había fundamento razonable y razonado
por el cual se hubiese elegido la creación de figuras jurídicas de dudosa
naturaleza.
En ese informe, que tenía a AySA como antecedente dejamos
abiertos algunos interrogantes que hoy tienen plena vigencia:
¿Cuál era el inconveniente de mostrar al público que se ha
elegido al mejor socio para la explotación del servicio?
¿Qué reparo ofrecía tener el debido cuidado respecto a los
antecedentes de los empleados de esas empresas?
¿Cuál era el contrato que rige entre el Estado y estas
nuevas sociedades anónimas?
¿Funcionarios de dudosa honorabilidad se harían cargo de un
negocio que ya no le es rentable a los grupos empresarios que explotaron los
servicios públicos desde su privatización?
¿Estos funcionarios lo harían en tanto su rol de
funcionarios, o estamos frente al nacimiento de una nueva clase empresaria
argentina surgida desde los despachos del Poder?
¿Este es, también, el modelo al que se iba a utilizar en
materia de gas y petróleo con Repsol YPF? La respuesta a esta última pregunta
es obvia y está en los hechos que vienen aconteciendo desde aquellos días hasta
hoy.
Cuando se sancionó la ley 26.412 de rescate de las empresas
Aerolíneas Argentinas y Austral Líneas Aéreas, vimos que se daba la misma
lógica nacida en AySA. Nos referimos en este parlamento a que no creíamos que
hubiese que convalidar una deuda fraudulenta del grupo económico Marsans que
administraba hasta esa fecha Aerolíneas Argentinas, amparada por un
comportamiento delictivo y de connivencia del entonces Secretario de Transporte
Ricardo Jaime y dicho grupo económico. Denunciamos el vaciamiento realizado por
el grupo Marsans y que el rescate que se votaba favorecía al grupo económico y
a los funcionarios que debiendo controlar no lo hicieron. Este rescate tapaba
el vaciamiento y la connivencia entre empresarios y el Estado que no
controlaba. Como dijimos en ese momento no votamos el rescate de Aerolíneas
porque era convalidar una deuda fraudulenta, era convalidar el robo. Pero nos
referimos a algo más, en ese año 2008 se daba un absurdo, al estatizar una deuda privada fraudulenta de
una empresa española aparecía un pseudoprogresismo que aplaudía, ¿Por qué?
Nos pregunta en ese entonces, y con la certidumbre de siempre dijimos
No, no puede ser así, no se puede convalidar
un robo.
En definitiva, como nos referimos en el año 2006, es
evidente que estamos ante la presencia de una matriz que bajo la apariencia
estatizante realiza privatizaciones encubiertas sin reglas y sin licitaciones,
decididas discrecionalmente por un Ministro, administrador y articulador de los
negocios públicos y privados con ciertos grupos económicos. Es un sistema
patrimonialista y corrupto, hacia el interior del poder, con la complicidad de
algunos empresarios argentinos
Los problemas de culpas y responsabilidad. Una Nación. Una
clase política. Una clase empresaria. Un pueblo
Karl Jaspers, en su obra “El problema de la culpa”,
distingue cuatro conceptos de culpa: culpa criminal, culpa política, culpa
moral y culpa metafísica.
La culpa criminal, por definición, es aquella derivada de la
comisión de delitos (acciones demostrables objetivamente que infringen leyes
inequívocas).
La culpa política, “se debe a las acciones de los estadistas
y de la ciudadanía de un Estado, por mor de las cuales tengo yo que sufrir las
consecuencias de las acciones de ese Estado, a cuya autoridad estoy sujeto y a
través de cuyo orden determino mi existencia (responsabilidad política). Cada
persona es corresponsable de cómo sea gobernada. Instancia es la fuerza y la
voluntad del vencedor….”[1]. Es decir, culpabilidad política de un pueblo, de
aquellos que permitieron, avalaron y votaron el saqueo indiscriminado de la Nación , como funcionarios,
e integrantes del Parlamento que encubrieron en todos estos años; en los cuáles
se consumó el vaciamiento de YPF, desde su privatización. Al igual que la Justicia , que permitió
hasta hoy, la impunidad de quienes cometieron delitos en todo el proceso en
cuestión.
La culpa moral que es aquella que tengo siempre que realizo
acciones como individuo, a la cual define Jaspers como “…la tengo por lo tanto
por todas las acciones que llevo a cabo, incluidas las políticas y las
militares. Nunca vale, sin más, el principio de “obediencia debida”. Ya que
antes bien, los crímenes son crímenes, aunque hayan sido ordenados (si bien hay
siempre circunstancias atenuantes, dependiendo del grado de peligro, el
chantaje y el terror), toda acción se encuentra sometida también al
enjuiciamiento moral. La instancia es entonces la propia conciencia…”. Siendo
que aquí, encontramos la culpa moral que deberá analizar cada uno en la medida
de su participación personal, por acción
u omisión, aunque su conducta no llegue a configurar culpa criminal.
Y la culpa metafísica, es la responsabilidad de todos, de
cada uno de los hombres, “hay una solidaridad entre hombres como tales que hace
a cada uno responsable de todo el agravio y de toda la injusticia del mundo,
especialmente de los crímenes que suceden en su presencia o con su
conocimiento. Si no hago lo que puedo para impedir el asesinato de otros, sino
que me quedo como si nada (dice Jaspers) soy también culpable. Si no arriesgo
mi vida para impedir el asesinato de otros, sino que me quedo como si nada, me
siento culpable de un modo que no es adecuadamente comprensible por la vía
política y moral. Que yo siga viviendo una vez que han sucedido tales cosas es
algo que me grava con una culpa imborrable”[2].
La primera categoría de culpa ha sido analizada y valorada
en profundidad en mi dictamen de minoría y en mis anteriores intervenciones en
plenario de Comisiones y en el recinto. En la presente inserción, haré especial
referencia a los otros tres tipos de culpa, especialmente, de la culpa política
y de la culpa moral de quienes son responsables en uno u otro sentido, de las
conductas predatorias que provocaron el vaciamiento de la empresa petrolera y
el saqueo de nuestras reservas energéticas.
Los fundamentos humanistas de nuestra negativa a ser
partícipes, ayer y hoy, del crimen organizado y de la impunidad política y
judicial asegurada
El humanismo está amenazado hoy por un nuevo tribalismo corrupto
e impune. Por eso hay sólo dos alternativas para estos tiempos de oscuridad: o
reafirmamos los valores del humanismo o destruimos la civilización por vía de
nacionalismos vacíos, populismos fascistas y mentiras sistemáticas. Es difícil
entender que partidos políticos de un origen claramente humanista, tanto
provengan de la emancipación liberal, socialista utópica e incluso marxista,
todos ellos –tanto liberales como marxistas- héroes de la resistencia al avance
de Hitler y del fascismo, bajo ideologismos vulgares e ignorantes del sentido
de la historia se plieguen a una trampa supuestamente nacional y popular de
organizaciones criminales y que concluyen en el tribalismo de el que manda o la
que manda, sus familiares más directos y sus testaferros.
3.1. La historia de
la idea de humanismo
Como dice el gran psicoanalista y profeta de este siglo,
Erich Fromm, la sociedad moderna –sobre todo en épocas de crisis- vive la
amenaza creciente de un supuesto nacionalismo tribal. La idea humanista es tan
vieja como el mundo. Su principal tradición es muy anterior al
judeocristianismo y puede encontrarse en Lao Tsé con su idea del taoísmo, del
llamado al Ser; en el hinduismo con la Diosa Madre , con Krishna y en el Budismo en todas
sus vertientes.
Para lo que importa en la historia de Occidente, la idea
humanista que se basa en la fe irrestricta por la libertad, por la solidaridad
y por la igualdad interior de todos los hombres del mundo, nace en el mundo
hebreo, aunque es posible reconocer en Akenatón, faraón egipcio ya estas ideas.
Ya en el génesis, como lo dice la
Kabbalah , toda la naturaleza fue creada completa, acabada,
menos el hombre que al elegir la libertad se entendió a sí mismo como ser
inacabado cuyo desarrollo espiritual y de espíritu de libertad podía llevarlo
al árbol de la vida, es decir al Ser. Pero es en la metáfora de la salida de
Egipto, donde Dios saca al pueblo de la esclavitud, donde se inventa el
concepto de libertad con dos ideas fuerza: la libertad como trabajo diario,
constante y persistente. Cuarenta años en el desierto, frente a la terrible
tentación del volver al faraón y la seguridad de ser esclavo y la Ley como fundadora de la
libertad de todos.
El no robar, el no mentir, el no usar al otro, núcleo
esencial de los Diez Mandamientos, no son otra cosa que poner la Ley donde estaba la fuerza, la
prepotencia y el autoritarismo del más fuerte. La idea cristiana del amor al
prójimo y de entregar la vida para ganarla es de una visión mucho más
cosmopolita, feminista, sin prejuicios raciales y sobre todo con un enorme amor
al extranjero algo no tan presente en el judaísmo, son los verdaderos fundamentos del humanismo
helenístico que puede resumirse en la frase de Cicerón “el Universo es una
República de Dioses y de hombres”.
Obviamente no se puede olvidar, antes de ello, a la gran Grecia, ni a
Platón, ni a Plotino ni a Pitágoras y menos aún a Sócrates que pagó por la
búsqueda de la verdad con su propia vida.
Las dos doctrinas emancipadoras que caracterizaron la
modernidad no son más que expresiones del humanismo, tanto el liberalismo como
el marxismo, pero quizás como lo señala Fromm: “El más importante de todos los
pensadores humanistas de los siglos XVIII y XIX, fue quizás Johann Wolfgang von
Goethe. Citaré unas cuantas ideas suyas. En forma muy parecida a Nicolás de
Cusa, muy parecida a Herder y a Lessing, volvemos a encontrar en él la idea de
que el hombre encierra, no sólo su individualidad, sino también la humanidad
entera, con todas sus potencialidades,
aunque por las limitaciones de su existencia sólo puede realizar parte
de ellas (…). Para Goethe, el fin de la vida es desarrollarse por la
individualidad hacia la universalidad. Quisiera subrayarlo, porque el
pensamiento del Siglo XVIII hasta el de Goethe y, posteriormente, en el Marx, no
entiende que se logre la universalidad mermando la individualidad, igualándonos
y, por tanto, haciéndonos sentir uno o el mismo. Entiende, por el contrario,
que sólo desarrollando plenamente su individualidad puede el hombre
experimentar su propia humanidad, lo cual quiere decir la humanidad de todos.
Según esta filosofía, se siente uno con todo precisamente porque ha llegado a
ser plenamente él mismo. Y si no llega a ser él mismo y sigue siendo un nacido
muerto, mentalmente hablando, ni será él mismo, ni podrá sentir la humanidad
que encierra.
La mayor y más significativa manifestación del humanismo de
Goethe, importantísima para nuestra época, está en su obra Ifigenia en Táuride,
basada en la tragedia griega Ifigenia, de Eurípides. El argumento de ésta es,
en resumen, el siguiente: Ifigenia, hija de Agamenón, iba a ser sacrificada a
los dioses para que los barcos griegos tuviesen vientos favorables, pero antes
de que la maten, una diosa compasiva la lleva a una isla de bárbaros. Allí,
Ifigenia convence a Thoas, el Rey, de que acabe con una costumbre guardada
hasta entonces: la de matar a todo extranjero que arribase a la isla. Esta
bárbara costumbre puede parecernos extraña, pero en realidad no debiera
sorprendernos tanto. El extranjero, como decía antes, era el ajeno a la tribu
y, por tanto, aquel que no se veía enteramente humano en el mismo sentido en
que vemos enteramente humanos a los que nos son próximos. El rey Thoas nombra a
Ifigenia Sacerdotisa del Templo de Artemisa. Es amable con ella. Confía en ella
pero, un día, llega su hermano Orestes con una amigo. Le proponen escapar,
huir, regresar a Grecia sin conocimiento del rey y robar el ídolo de Artemisa.
En la tragedia griega, después de atravesar algunas dificultades, lo consiguen.
En el drama de Goethe, ellos proponen el mismo plan y,
primero, Ifigenia asiente, pero después cambia de opinión, por parecerle que no
podía traicionar al rey que había confiado en ella. En realidad, encara lo que
hoy llamamos “dos males”: el mal mayor, probablemente, que la matasen a ella y
matasen a su hermano y al amigo y, el mal menor, traicionar al rey. Pues bien,
hoy nos inclinamos normalmente a pensar que, si hemos de escoger entre dos
males, debemos optar por el mal menor. Olvidamos que, al escoger el mal menor,
lo único que haremos es aplazar el momento en que el mal mayor terminará por
ocurrir con tanta más seguridad.
Ifigenia se niega a escoger entre dos males y propone que no
ha de haber sólo dos alternativas, sino que pudiera haber una tercera
alternativa, una tercera posibilidad, la posibilidad de ser humanos. Lo cual
significa en este caso decir la verdad al rey, obrar como persona cabal
arriesgándose a que el rey la mate, pero evitando los otros dos males que,
desde el punto de vista moral, son inaceptables. Y dice la verdad al rey, y el
rey contesta: “¿Crees que el rudo escita, el bárbaro, vas a oír la voz de la verdad,
la voz humana, que Atreo, el heleno, desoyera?”. E Ifigenia responde: “Óyela,
todo aquel nacido bajo el sol por cuyo pecho puro y libre corre el vital
venero”(…).
Y efectivamente, en el drama de Goethe el rey queda
conmovido por la voz de la verdad y de la humanidad y devuelve a su país a
Ifigenia, junto con su hermano y el amigo. La importancia que tiene este drama
de Goethe, en él, obedecer la voz de la humanidad es la única solución que
puede salvar al hombre cuando parece que sólo tiene enfrente varias fuerzas del
mal. Creo que esta solución que nos ofrece Goethe tiene cierta significación
para nuestra época. Parece que estamos cogidos entre varias alternativas, que a
veces reciben nombres diferentes, pero que todas son alternativas de destrucción.
Y en mi opinión, nos importa mucho reconocer que, si tomamos enserio la
tradición humanista de nuestra cultura, pensaremos, en efecto, si no habrá
otras posibilidades aparte de estas alternativas típicas y si la posibilidad
más importante no serán la humanidad y la verdad. [3]
El nacionalsocialismo significó la utilización de la técnica
al servicio de un nacionalismo represor y discriminador y se vio como del
humanismo con el que empezó la modernidad se terminó en el Holocausto de
millones por ser judíos, comunistas, o extranjeros y el tribalismo volvió con
todas sus fuerzas. La mayoría de los gobiernos europeos colaboraron con la
acción explícita o con la indiferencia a que lo imposible fuera posible y a
mostrar que el hombre, perdida su espiritualidad, no es un animal es algo mucho
más perverso que un animal salvaje. También quedó demostrado después de
Auschwitz que muchos buenos padres de familia podían matar a miles como
burócratas del terror y de la muerte y el fin de la Segunda Guerra
Mundial también demostró que pilotos de la alianza vencedor podían tirar una
bomba atómica para matar a miles de civiles indefensos, por eso el Guernica de
Picasso, la obra del siglo, marca de que modo la razón instrumental y el
desarrollo tecnológico al servicio del poder sin humanismo, destruyen la
humanidad y al planeta. Por eso es tan importante la obra de Fromm, un profeta
de la paradoja moderna, humanista inquebrantable que vio hace sesenta años que
si el mundo no se hacía humanista volvería el tribalismo y la barbarie.
A fines del siglo XIX, Durkheim advertía que el desarrollo
asimétrico entre la razón instrumental y la razón moral podían hacer fracasar
estrepitosamente el mundo moderno. De la misma manera que Max Weber advertía de
la cárcel de burocratización en la que podía entrar el Estado moderno. Fue
también el escepticismo que mostraron los pensadores de la Escuela de Frankfurt.
3.2. La siquis humana
y el humanismo
Fue Carl Jung, discípulo dilecto después alejado de Freud,
quién ideó el concepto de inconsciente como parte sustancial de nuestra
realidad síquica. Conciencia e inconciencia son así dos aspectos inseparables
de nuestra realidad síquica como humanos.
Es característica de la psicología psicoanalítica de Jung la
creencia en la existencia del inconsciente colectivo. Sus estudios lo llevaron
a postular la existencia de contenidos psíquicos inconscientes comunes a toda
la humanidad y que no tienen su origen en la experiencia individual. Los
elementos más importantes que componen el inconsciente colectivo son los
llamados “arquetipos”.
El inconsciente personal opera como el “almacén” de todo lo
que le ha sucedido al individuo. Todo ese material consciente previo que en la
actualidad no se encuentra disponible en la mente consciente porque ha sido
olvidado. En cuanto a lo que Jung llama inconsciente colectivo, el hombre nace
con una predisposición del pasado para actuar en ciertas maneras; a medida que
el hombre ha evolucionado a lo largo de los siglos, ha acumulado conocimiento y
sentimientos.
El hombre acumula, tanto individual como colectivamente
experiencias que no se pierden sino que se retienen y están disponibles para
usos posteriores, cuando la oportunidad se presente. Es la base fundamental de
toda personalidad o psiquis. Todo lo que el hombre es en el presenta está
construido sobre el inconsciente colectivo. El hombre transmite y comunica
habilidades y costumbres a sus hijos, y que a su vez, éstos los transmiten a
sus hijos. El hombre hereda la riqueza del pasado de sus antepasados por medio
del sistema cerebral. Si no ocurre ningún evento que pueda reforzar esa
tendencia, quizá nunca ocurra. El inconsciente colectivo es universal. La
universalidad de algunos de los patrones del inconsciente colectivo es el
resultado de reforzamientos repetidos en el pasado, desde la vida animal hasta
el presente.[4]
En nuestro inconciente está todo lo bueno y lo malo de la
humanidad misma. Las ideas primordiales, la madre nutriente, la necesidad de
justicia. Está lo que ahora se llama la matriz genética de nuestra memoria
histórica por siglos. La publicidad, empezando por Hitler, trabajó
especialmente las percepciones inconscientes para que el mundo de personas se
transforme en gente y la gente en consumidora. Pero no trabajó sobre los
mejores ideales humanos, trabajó sobre el lado oscuro de la humanidad también
presente en el inconsciente y que cada individualidad lleva su sombra. La
sombra son nuestras miserias. La sombra que nos persigue en cada instante es
depende de cada ser humano, la envidia, la codicia, la ira, la necesidad de
dominio, la manipulación y el uso del otro. Por eso la libertad es un trabajo
porque es el duro trabajo de la conciencia para eliminar o debilitar la sombra.
A veces a los hombres los gana la sombra, la codicia, el afán de poder, el tribalismo
corrupto. Y, muchas veces, cuando las sociedades se vieron frustradas por
derrotas en la guerra o ilusiones anegadas en la frustración perpetua y en la
traición permanente, también a muchos pueblos los ganó la sombra y cuando gana
la sombra, sucede lo impensable, lo que otros seres humanos llaman locura de un
pueblo. Ahora se explica la frase con que iniciamos esta inserción: un líder
dominado por su sombra como fue Hitler, arrastró a un pueblo a identificarse
con la sombra, por eso puede verse en el Museo del Holocausto en Berlín, allí
donde cayó el Muro, dos fotos de la misma fecha, una con un pueblo fanático
pidiendo la solución final y adorando al ídolo y, otra, con la humanidad
hambrienta quemada en las cámaras. Pero el problema no es ese. No es todo un
pueblo el fanático, hay fanáticos pero son minorías. Hay quienes resisten pero
son minorías. El mal, que parece tan claro en el ídolo resentido, sin embargo,
el mal de ayer, de hoy y de siempre, es la indiferencia. Millones de hombres y
mujeres que sienten que si no les toca a ellos no es para preocuparse, millones
que no escuchan, que se entretienen, que se ríen, que simplemente existen pero
que no descubrieron que el sentido de la vida es, ante todo, formar parte del
uno y el uno es el Tao, es Dios o es la humanidad. Cuando se es indiferente a
la necesidad de un sentido, cuando uno ni siquiera se pregunta para que está y
para que vive. Cuando la mentira es mucho más fácil de escuchar que la verdad,
porque tranquiliza aunque envenene, esa parte del pueblo lleva una culpa moral
y metafísica que sólo se puede revertir si logramos dejar atrás el equipaje del
pasado, si encontramos en el fondo de nuestro inconsciente al Dios que nos dice
practica la justicia, practica la equidad y ama al extranjero. Al Tao que nos dice encuentra el sentido, el
Ser, el Cosmos. Al Buda que nos dice en cada uno de nosotros hay un Buda, sólo
hay que desarrollarlo. Si encontramos a la humanidad, sin Dios, pero que ama la
verdad y la justicia podemos nacer de nuevo. Podemos trabajar nuestra sombra,
que la tenemos todos, podemos comprometernos todos, podemos estar atentos y
vigilantes para que nunca más sea tarde cuando nos demos cuenta.
Conclusión
Argentina tiene que encontrar la humanidad en su
inconsciente. Está en la tradición de nuestros abuelos inmigrantes, está en los
mandalas de nuestros ancestrales indígenas, está en la mesa familiar, está en
Dios, en Buda, en Goethe. Está en la naturaleza de los árboles que se podan
para que demos más frutos, por eso no podemos participar de crímenes porque esa
humanidad nos grita desde el inconsciente Verdad y Justicia perseguirás por
siempre.
No es que YPF no sea parte de nuestro corazón, es que están
apelando a ese símbolo histórico para tapar los delitos cometidos durante los
90 y el 2000 por los mismos grupos oligárquicos y corporativos que se robaron la Nación.
No tomemos como ejemplo a Churchill o De Gaulle, tomemos
como ejemplo a Santiago Carrillo, a Adolfo Suárez y Gutiérrez Mellado cuando el
intento de golpe en España. Todos estaban en el golpe, incluido el Rey, cuando
los carabineros entraron al Parlamento español recién nacido, todos hicieron
cuerpo a tierra y se escondieron debajo de las bancas, sólo un comunista, un ex
franquista y un militar quedaron de pie. No habían sido buenos, no habían sido
perfectos, pero eran hombres que adquirieron dignidad como un momento de gracia
y salvaron la democracia española. Los tres no tuvieron votos, Carrillo, el
gran resistente contra la dictadura de Franco, nunca pudo gobernar España pero
le dio a España la democracia que necesitaba. No hay que temerle a las barras
ni a las patotas, no hay que temerle a los autoritarismos ni a los fascismos.
No hay que temerle a los intelectuales de seudo izquierda que cobran abultados
contratos mensuales. Como dijo Marguerite Yourcener en Memorias de Adriano,
cuando “la mediocridad impera, siempre va acompañada de bajeza moral”.
Los partidos de la oposición confunden ideologismos con
principios. Los ideologismos son las trampas que llevan a los hombres a violar
principios. Las ideologías no son humanistas cuando se petrifican y esclerosan.
Un gran poeta y gran comunista como Pablo Neruda, preso de ideologismo, llegó a
justificar los crímenes de Stalin. Cuantos de izquierda justificaron los
crímenes de Stalin. Los crímenes son crímenes, sean de derecha o de izquierda y
el humanismo rechaza todos los crímenes, porque el crimen de un hombre por más
culpable que sea, es un crimen contra toda la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario