INTERNACIONAL / EL CAUDILLAJE DE CRISTINA KIRCHNER (I)
Cristina Kirchner, la presidenta del ordeno y mando, que ni
se molesta en ir al Parlamento
No celebra consejos de ministros. No convoca ruedas de
prensa. Y cierra las puertas del diálogo a la oposición
CARMEN DE CARLOS / CORRESPONSAL EN BUENOS AIRES
Día 19/02/2012
Monarquía o república, democracia o despotismo. Una nueva
forma de ejercer el poder levanta ampollas en Argentina. El caudillismo
histórico ha dejado de ser cosa de hombres. El ordeno y mando ya no viste
uniforme militar. La voz que se impone, con idéntica fuerza en la Argentina de hoy en día,
tiene timbre de mujer, se viste de seda negra y mira correr el tiempo en Rolex
con corona de diamantes.
Con faldas pero no a lo loco, Cristina Fernández de Kirchner
pone firme a su batallón de Gobierno. Los ministros son soldados al servicio de
una causa sin derecho a discusión: No hay reuniones de Gabinete. Tampoco la
oposición encuentra un puente viable de participación. Como en la película muda
“The Artist”, Cristina, como se presenta últimamente en público la presidenta,
le adjudica a los partidos políticos que no son el suyo, un guión sin palabras.
Tomás Linn, columnista uruguayo de la reconocida revista “Búsqueda”, no
recuerda un escenario similar en su país. “Con más entusiasmo o de mala gana
–comenta- todos los presidentes de Uruguay, incluso con mayoría parlamentaria
como el actual, han mantenido diálogo con la oposición. También se reúnen con
sus ministros. Sería impensable que no fuera así”.
Ella es diferente
El modelo K es, como la España de los años 50, diferente. No considera
oportuno rendir cuentas en el Parlamento. “!Qué envidia ver esos debates entre
Rajoy y Zapatero o las discusiones en el Congreso!”, se lamentan los colegas.
La presidenta no pisa el hemiciclo salvo para abrir el periodo de sesiones y su
jefe de Gabinete, obligado por la Constitución a comparecer mensualmente, el pasado
año no lo hizo ni media docena de veces.
“El poder sólo se ejerce si es en forma absoluta y lleva
incorporado el aniquilamiento del enemigo porque para ellos no hay adversario”.
La frase corresponde a una vieja guerrillera montonera (peronista) arrepentida.
La filosofía “setentista”, con enormes similitudes al pensamiento Bush -“estás
conmigo o estás contra mi”-, es la que se impone en el “reinado” de Cristina
Fernández. Con ese principio presente se entiende, como sucedía con su marido,
que las ruedas de prensa, al estilo tradicional, sean una ilusión. Sus
ministros y ella misma, defienden en público que el pueblo, que la ha votado
dos veces consecutivas, “es el único interlocutor al que se debe”.
Pero los medios de comunicación son necesarios y los
públicos funcionales. La televisión y la agencia oficial de noticias, Telam, se
han convertido en escaparates de propaganda gubernamental. Unos doscientos
blogueros ultra oficialistas tienen como misión rastrear las crónicas o
comentarios de la prensa que no comulga con los postulados de Cristina.
Localizado el “enemigo”, dentro o fuera de casa, el objetivo es dinamitarlo con
descalificaciones. En la tarea se suma con gusto el ministro de Asuntos
Exteriores, Héctor Timerman, conocido como “twiterman” por su afición a los 140
caracteres. Martín García, hasta hace unas semanas director de Telam, llegó a
decir que los profesionales tenían que ser “antes que periodistas militantes”.
«Cristinistas» en la corte
Pero la gran máquina de triturar al enemigo del pensamiento
K en la TV es el
programa 6,7,8, una mesa de leales –con sueldos del Estado- donde el despelleje
consiste en, “cortar frases en picadillo, descontextualizarlas y repetirlas
para que de la impresión de que han sido pronunciadas por un obsesivo grave”,
apunta Beatriz Sarlo, autora de “La audacia y el cálculo”, un ensayo detallado
del kirchnerismo.
En ese contexto surge y persiste Carta Abierta, el rostro
intelectual del “movimiento nacional y popular”. Se trata de un grupo de
intelectuales que, salvo excepción, cierra filas contra cualquier atisbo de
pensamiento opositor. Lo curioso es que está coordinado por Horacio González,
“director de la
Biblioteca Nacional que –apunta Beatriz Sarlo- les ha prestado
sus instalaciones (públicas) para sus reuniones”. González, heredero del cargo
de Jorge Luis Borges, fue el impulsor del intento de veto a Mario Vargas Llosa
para que el escritor no inaugurase la pasada Feria del Libro de Buenos Aires.
Los “cristinistas” operan como cortesanos pero el estilo K
es ella y tiene, independientemente de sus mil y un modelos o joyas, forma y
fondo. “Se mueve como una reina autoritaria: Mantiene las distancias, los
ministros y hasta los gobernadores caminan unos metros detrás suyo. Se apartan
para que ella sea la protagonista”, observa Raúl Ochoa, asesor del Círculo de
Legisladores Nacionales.
El “doble comando” que el ex presidente Eduardo Duhalde y la
oposición advertían en vida de Néstor Kirchner para mostrar a una presidenta
sin capacidad real de decisión ha pasado a la historia. “Ella manda”, reconocen
ahora. “Todas las decisiones –insisten- pasan por ella”. La Casa Rosada , sede del
Ejecutivo, la regenta como si fuera parte de su abultado patrimonio. A Amado
Boudou, vicepresidente, y su reemplazo en ausencia o en baja por enfermedad,
como sucedió con el anunciado cáncer que nunca tuvo, no le asigna despacho y
hasta presume de ello. El horario de oficina tampoco parece encajar con la Presidenta. Previo
a la intervención en la tiroides rara vez pisaba la Casa Rosada antes de
las cuatro de la tarde. Sus allegados la justifican, “despacha desde Olivos”,
residencia privada de los Jefes de Estado.
El 10 de diciembre, durante la ceremonia de su segunda
investidura consecutiva, el canal público, con señal única para retransmitir,
cortó el plano en el que la presidenta saluda, sin mirar a la cara, al ex
vicepresidente Julio Cobos, otro “enemigo” castigado en su camino. Los
espectadores únicamente vieron que ofrecía una mano. El cineasta Tristán Bauer,
otro soldado K, se ocupa de esos detalles.
La “teatralidad o “puesta en escena”, como advierte Julio
Blanck, editor jefe de Clarín, forma parte de las señas de identidad de la
mujer más poderosa de Argentina. “Audiencia predispuesta al aplauso, arreada o
invitada a los salones refulgentes”, caracterizan las intervenciones de la
presidenta. También, el lagrimón y las alusiones a “El” (Néstor Kirchner) o a
su espíritu burlón que adivina en una corriente de aire y anuncia como un
acontecimiento normal.
Francis Ford Coppola salió impresionado del despacho de la
jefa del Estado. El realizador de “El Padrino” rodaba “Tetro” con Maribel
Verdú. Había descubierto un personaje soñado. En italiano, y sin quitarse a
Cristina de la cabeza, exclamó: “Esta no es una presidenta, es una diva”.
1 comentario:
Es una pena, que no logre entender que ante la crisis mundial, Argentina debe estar preparada para tender la mano en amor. El verdadero poder parte de ahí, el “poder hacer todo para el bien de la humanidad” El feroz materialismo solo trae sometimiento y muerte, a nuestro pueblo y un gran perjuicio para la humanidad.
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